11.8.12

Últimas producciones

Cortinas con apliques a crochet, por Gisella






Alfombra en telar circular, por Gisella

  

Mini-tapiz, por Graciela


Mónica Millán

               Mónica Millán nació en Misiones, en 1960. Estudió dibujo y pintura en el Profesorado Superior Antonio Ruíz de Montoya (Posadas), asistió al taller de Luis Felipe Noé, a quien considera su maestro. Participó en residencias en Banff, Canadá, y en Bellagio, Italia. Y ha sido seleccionada para becas en: Fundación Antorchas; Fundación Rockefeller; Trama; Fondo Nacional de las Artes, Academia Nacional de Bellas Artes y Fundación Telefónica.  A partir de 1997 coordinó curadurías, clínicas y seminarios de arte en el Nordeste argentino. Ha realizado numerosas muestras individuales y colectivas, en el país y en el extranjero y ha ganado varios premios. Sus obras, inspiradas en gran medida por la naturaleza, son de un carácter multifacético en cuanto a medios y materiales. Se encuentran, entre ellas, dibujos, bordados, objetos de barro e instalaciones electroacústicas.
                En el año 2002, becada por el Instituto Rockefeller y asesorada por el ensayista crítico de arte Ticio Escobar, fundador y director del Museo de Arte Indígena del Centro de Artes Visuales de Asunción, la artista fue a estudiar, durante varios meses, el trabajo de los pobladores de una pequeña localidad llamada Yataití, a 180 km de la capital paraguaya. Allí muchas mujeres se dedican al tejido y bordado de ao poi (tela fina o angosta, en guaraní), y es lo que a Mónica Millán le interesaba conocer y rescatar. Se abocó entonces, a la tarea de observar el trabajo de estas tejedoras, a observar los paisajes, el clima, y a ser parte de lo que allí acontecía. Dijo al respecto:

            “Me gusta cuando me hablan en guaraní luego cuando se dan cuenta que no entiendo se ríen a las carcajadas y me traducen, les explico que me siento bien escuchándolas. Ese ritmo más el del pueblo pequeño con sus calles de arena, las casas y sus cercos prolijos de tacuara, con patio floridos y olorosos, llenos de mangos, mamones, guayabas ,  los animales domésticos atravesando el lugar, dejando sus huellas que puedo seguir en líneas conformando dibujos, hacen este mundo que estoy tratando de entender…”


                Este encuentro se materializó en una muestra que la artista tituló “El vértigo de lo lento”, y que fue expuesta por primera vez en El Museo del Bordado, en Yataití, junto con la gente del pueblo. Luego la artista siguió trabajando esta línea y realizó muestras en Buenos Aires y en Ecuador. En 2009, durante la V Bienal Internacional de Arte Textil, expuso una parte ella como instalación en el Palais de Glace,  junto a otros artistas invitados, en la muestra titulada “Desde lo textil: hacia nuevos territorios”, y curada por Florencia Battiti.

                A continuación el relato de la experiencia en Yataití, narrado por la propia artista, y luego, algunas imágenes de la muestra:

“El vértigo de lo lento

Pueblo: Yataity
Yatay: planta
Ty: mucho, pusieron ese nombre porque había muchos ejemplares y ahora no hay.

A 180 km de Asunción al NE camino a Coronel Oviedo se desvía hacia Villarrica y se vuelve a desviar y nos encontramos con Yataity, pueblo de Ao Poi..Rodeado por la serranía del Ibyturuzu.
Encerrado en sí mismo como el propio país en el centro de América del sur.

La lengua-el ritmo-olores-sabores:
Me gusta cuando me hablan en guaraní luego cuando se dan cuenta que no entiendo se ríen a las carcajadas y me traducen, les explico que me siento bien escuchándolas. Ese ritmo más el del pueblo pequeño con sus calles de arena, las casas y sus cercos prolijos de tacuara, con patio floridos y olorosos, llenos de mangos, mamones, guayabas ,  los animales domésticos atravesando el lugar, dejando sus huellas que puedo seguir en líneas conformando dibujos, hacen este mundo que estoy tratando de entender.

Primeras imágenes-encuentros:
Abril- llueve es de siesta, camino en el barro, se levanta un sopor . Galería de la casa de Florencia, bordadora, típica casa paraguaya, culata yobai. Viene y se sienta desparramando sobre su falda un gran mantel blanco, comienza a bordar habla conmigo en castellano, con Ida en guaraní, se ríen ambas, mucho, cómplices, que no entiendo, mientras borda en una línea  perfectamente recta y miro con asombro el dedo gordo del pie, esta enredando el mantel...
Todo esto tiene un ritmo que se imprime en el paisaje o el ritmo del paisaje se imprime en ellos...
Digna y Don Enrique, en su patio de tierra, que sigue a la galería donde tejen ambos en telar, tienen las plantas de algodón, saca un copito y lo abre delante de mis ojos, de una niña del pueblo, lo pone en el escardador, empieza a vibrar y el copo se abre en líneas de hilo transparente, se infla y luego en el huso y de allí en un segundo delante nuestro estaba el hilo, la nena y yo nos pusimos a reír , del asombro.
Seguimos a la casa de una encajera (yu), y allí la veo muy concentrada con un atadito en la falda, lo abrió y guardaba muy preciosamente las semillas de algodón.
De allí vienen las primeras imágenes-ideas:
Son dibujos de bordados, tridimensionales que ellas realizarán luego. Siempre han trabajado en plano.
Descripción: una montañita de encaje yu muy transparente y encima se coserán semillas de algodón, con una delicada cobertura de algodón como piel, serán las piedras del cerro y allí en la cima una flor creciendo y su sombra bordada. Lo aéreo, lo sostiene el aire. Un mundo frágil que puede desaparecer, y su sombra, el peligro latente.
Todo muy blanco.

La tierra-las guaridas:
El pueblo coronado por el Ibyturuzu, los tacurús, tatacuá, campesinos reclamando en la ruta por la tierra.
Los primeros tatacuá (horno de barro donde ellos cocinan su comida, chipa guazú, sopa paraguaya) fueron los  tacurú (forma hecha por las hormigas termitera), esa repetición allí enfrente de los ojos:
Tacurú( proviene del animal)
Tatacuá (del hombre)

Todo esto se transformó en unas formas realizadas en tierra, paja, miel de caña (mezcla de adobe y tatacuá, casa-comida). Trabajo con la mano ahuecada, la izquierda sostiene afuera y la derecha unía y seguía la forma de la otra mano. El “ahuecamiento” de afuera para  hacer “hueco” (cavidad de vientre) vacío adentro.
Es muy primitivo, siento, este saber ¿vendrá de los primeros hombres cuando ahuecaban sus manos para tomar agua?
La forma de la mano ahuecada va quedando impresa en la pieza de 80 cm de diámetro por 60 cm de alto, volvería  a las formas de los bordados-montaña con semillas como piedra.
El movimiento que realizo en todo este recorrido es el mismo que el pueblo en su ubicación geográfica, giros sobre sí mismo como el caracol sobre su caparazón, construyéndose sobre sí mismo, las hormigas levantando su tacurú para quedar luego allí  dentro.
 La luz-la sombra:
Serranía del Ibyturuzu-llueve-niebla-la flora se transforma en un encaje, tomo diapositivas.
Retratos de luz y sombra:
Ellas posan para mí en su propio lugar.
Reproduzco la diapositiva sobre el papel y la proyección de luz y sombra la traduzco en forma abstracta con una línea muy delicada, apenas me apoyo, pierdo el sentido general de la imagen y me pierdo. Eso da unos dibujos milimétricos en donde la bordadora se funde en su contexto y allí de vuelta aparecen los encajes. Ellos mismos son encajes, encajados en su paisaje.

Museo del bordado:
Por un día y para ellas. Devolver la mirada. Con cosas elegidas por ellas y que signifiquen en su mundo y también lo que a mí me atrape en los ojos y desee. Será en una de sus casas. Con los bordados pensados por mí y hecho por ellas, las guaridas, los dibujos, Un entrecruzamiento de miradas y deseos.” 

Éstas son algunas imágenes de la muestra:






"El vértigo de lo lento", 2002-2003


           Otras obras de Mónica:



"Picnic a orillas del Río Paraná", 2007






"Jardines", 2004-2006






"Jardines de resonancias", 2001-2002