PROPUESTA




         El arte textil ha acompañado a los seres humanos desde sus orígenes, a partir de que las primeras fibras vegetales fueron utilizadas y los primeros nudos fueron realizados. Se lo utilizó para la construcción de viviendas, para la confección de vestimenta y para la realización de otros objetos necesarios para la subsistencia. Además de ser una tecnología asociada a lo utilitario, el afán estético de las personas ha hecho de las prácticas textiles un espacio para la expresividad del color, de las formas y de las texturas. Poco a poco las habilidades se fueron perfeccionando y diversificando, la explotación de recursos se fue incrementando, y los diseños, difundiendo y variando a lo largo y ancho del planeta. Asimismo, surgieron nuevos usos, y sus funciones sociales se ampliaron y complejizaron, y si bien hay variantes culturales, se trata de un fenómeno, una actividad, de carácter universal.
Por razones socio-históricas que se inician a finales de la Edad Media, junto con el advenimiento de lo que llamamos Modernidad, la actividad textil fue sufriendo una desestimación social que ha perdurado hasta no hace muchas décadas en Occidente, y que llevó a considerarlo un arte menor en relación a disciplinas como la pintura, la escultura, la arquitectura, etc., y asociado despectivamente a lo utilitario, lo decorativo, lo doméstico, la mujer, valores marginados por la Modernidad. Sin embargo en el siglo XX, estas concepciones comenzaron a ser cuestionadas, lo que significó un giro para el arte en general, y para el arte textil en particular. Esta ruptura debe las gracias, por un lado, al aporte de las vanguardias y a los artistas y teóricos que, poniendo en cuestión ciertas concepciones modernas de arte, aportaron nuevas perspectivas, más amplias y plurales. Y por otro, a los movimientos de reivindicación social que sobre todo en los años ’60 y ’70, y en especial el feminismo, permitieron un mayor reconocimiento de los derechos y del valor de grupos hasta entonces relegados (mujeres, niños, pueblos originarios) y sus prácticas.
Todos estos factores contribuyeron a la recuperación y a la revalorización de lo textil. Muchos artistas comenzaron a emplear materiales y técnicas textiles en sus obras, y a cuestionar los formatos tradicionales, dando lugar a innovaciones formales, pero a la vez a resignificaciones en el plano conceptual, poniéndose en juego no sólo los principios técnicos, sino también factores culturales, históricos, de género, etc.. Esta transformación se dio a la par en distintos países del mundo, y ha abierto nuevas puertas a lo textil, considerado hoy en muchos ámbitos un arte de igual jerarquía que las demás, y denominado arte textil o incluso arte textil contemporáneo. De tal magnitud fue el alcance de esta revalorización, que no sólo se lo ha incorporado en salones y bienales de gran prestigio, sino que se han cread, y se continúan creando cada vez más instituciones (organizaciones, simposios, ferias, espacios y eventos de todo tipo), muchas de ellas de carácter internacional, dedicadas exclusivamente a lo textil.

Partiendo de estas consideraciones, el taller se presenta como una propuesta integradora entre práctica y teoría, ya que se concibe a los componentes históricos, culturales y conceptuales como fundamentales para una concepción más rica del campo, y que permiten, a su vez, abrir el panorama a nuevas posibilidades de desarrollo dentro de la misma práctica textil. De esta forma se pretende apoyar el proyecto de reivindicación del arte textil y se promueve su continuación, en post de un reconocimiento social más amplio y del enriquecimiento recíproco constante tanto cultural como disciplinar. Aún hay mucho por investigar, explorar, conocer y aportar, y nadie debería estar privado de ello.

Chiharu Shiota, "En silencio, 2008